Prospectiva

Se ha producido une verdadera explosión de iniciativas en los últimos meses de 2017, que sigue en 2018, parecida a lo que ocurrió en los inicios de la World Wide Web. Podemos efectivamente comparar el invento del Bitcoin, primer modelo de blockchain, con el invento de la web por Tim Berners-Lee. Se trata en ambos casos de un sistema de operaciones, una forma de tratar la información. Un sitio web funciona -del lado del proveedor- sobre tres capas de software: el sistema operativo del servidor (Unix o Linux en la mayoría de los casos), el sistema servidor (Apache en la mayoría de los casos) y el sistema del sitio propiamente tal. Le acompaña el sistema «cliente» que es el navegador, para los destinatarios. El sistema de cadena de bloques se encuentra actualmente, a mi juicio, a medio camino entre un sistema servidor y un sistema de sitio, y recurre al navegador para los «clientes».

Programar un sitio web era extraordinariamente fácil en los primeros años ya que bastaba dominar el lenguaje HTML en su primera versión: eran unas dos o tres decenas de «etiquetas» entre las cuales insertar el texto que se deseaba mostrar. Con los años se fueron añadiendo más etiquetas y funciones. Se crearon las hojas de estilo, para un despliegue uniforme de múltiples páginas, y luego el Javascript, un lenguaje de programación que permite insertar módulos interactivos. Todo esto hace que una página web de hoy puede ser muchísimo más complejas que a inicios de los años 90. Y hay miles de modelos en funcionamiento.

Podemos esperar una progresión parecida en el caso de las cadenas de bloques. Lo genial del Bitcoin ha sido la concepción de la cadena de bloques con sus mecanismos criptográficos, de condensación y de verificación, como lo fue el modelo del servidor y del HTML para escribir y desplegar la información. Instalar una cadena de bloques para un uso específico, aunque estamos en un período inicial, no se parece en nada a la creación de un sitio web del período inicial de la WWW: es mucho más complejo. Pero igual que en el caso de la web, estamos ante un sistema abierto (Open Source), es decir que somos libres de ajustarlo a nuestros requisitos, respetando unas cuantas reglas básicas.

Es evidente que los bancos y -sobre todo- las compañías de tarjetas de crédito no pueden utilizar tal cual el software del Bitcoin. Este no es capaz de absorber el número de operaciones que tales compañías manejan minuto a minuto.

La Escuela de Tecnología Informática de la Universidad de Sídney está desarrollando una plataforma que lleva por nombre ‘Red Belly’ y que tendrá la capacidad de realizar 440.000 transacciones por segundo en solo 100 máquinas. VISA opera a razón de 56.000 transacciones por segundos, y la red Bitcoin  se limita a unas 7 en el mismo tiempo. (Coincrispy, 5/7/2017) Tampoco se puede esperar que los futuros clientes descarguen toda la cadena (millones de operaciones) en su PC o su smartphone, ni para consultarla ni -mucho menos- para realizar las verificaciones de las operaciones. Sería casi como pedirles que descarguen todo el contenido de un servidor web para poder consultar una página. Será muy interesante ver cómo los bancos y las tarjetas de crédito resuelvan el problema. Algo que también deberán hacer los estados para sus sistemas de identificación.

Se deberá separar el sistema de consulta y operación del cliente del sistema general de administración de la cadena. Llegar a algo como un par constituído por una «app» de operación y un buscador de consulta. Algunas plataformas de blockchain ya se presentan de un modo parecido, como las de registro de obras musicales o de artículos de periodistas freelance. Hace falta un genio que invente algo parecido al WordPress de la web para que cualquier empresario pueda crear con más facilidad su propia cadena de bloques. «La mejor manera de maximizar el impacto de una tecnología es hacerla lo más accesible que se pueda» dice Will Knight, en la revista de tecnología del MIT. Aunque se refiere al futuo de la IA, también vale aquí. (MIT Technology Review, 17/10/2017).

No hay duda de que toda la internet se verá transformada en los años venideros, como también muchos mecanismos de la economía y del comercio. «Desarrollar plataformas de búsquedas descentralizadas está colocando todo lo que es la búsqueda de información en manos de los usuarios. Permitir que los usuarios tengan el control de su propia información es un giro significativo hacia una interacción con la data mucho más sencilla para la vida cotidiana.» dice Adriana Camacho en el sitio especializado Coincrispy.com (18/10/2017). Algunos piensan que se podrá, de este modo, poner fin a la supremacía de Google, pero esto es dudoso por dos razones: primero, es evidente que no se puede esperar que el contenido actual de la web sea pasado al blockchain, segundo, ¿cómo podríamos hacer esta búsqueda si toda la información y el conocimiento se encuentra en una infinidad de cadenas no conectadas entre sí? Para que se pueda lograr se deberá llegar a establecer un modelo estándar y un protocolo común que permita – de algún modo, aún por inventar – la interconexión.

Mismo estándar y protocolo que se necesita para hacer compatibles las cadenas de identificación de las personas en que trabajan ya algunos Estados, a no ser que todos se plieguen al modelo que también desarrollan las Naciones Unidas.

El Consorcio Internet (W3C), también se preocupa de la compatibilidad en la web, especialmente para el uso de criptomonedas. Para ellos, aún falta que las monedas y criptomonedas cumplan ciertos requisitos como la ISO 4217 con la que codificar las monedas y validar la entrada de los usuarios. Además es necesaria la adaptación del comercio y elegir en cada caso qué monedas (virtuales o de curso legal) aceptará (Xataka, 19/9/2017). Pero ya está desarrollando la Payment Request API, una «librería» que podría revolucionar los sistemas de pago a través de los navegadores para abrir la puerta a las criptomonedas.

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